viernes, 4 de marzo de 2011

DE MOYA AL FILO DE LA PALABRA

Por Mario Alegre Barrios

A los 38 años sabe que está herido de muerte, que lo habita una enfermedad que algún día reclamará su aliento y sin la que- paradójicamente- no podría vivir. Su mal es la palabra. La palabra escrita, padecimiento progresivo e inexorable que tiene su síntoma más inmediato en Buffet para caníbales, libro publicado por Isla Negra Editores que será presentado hoy- a partir de las 7 de la noche- en la librería La Tertulia. La primicia estará a cargo del Doctor Juan Duchesne y Doris Lugo.

Amante de Rimbaud, Borges y Pessoa- con todos sus heterónimos- Pastor de Moya proyecta en su estampa lo que Unamuno llamó ´´el sentimiento trágico de la vida´´. Delgado, de facciones angulosas y mirada melancólica, el escritor dominicano asegura a El Nuevo Día que su pasión literaria es ´´genética y patológica´´. ´´Es como una enfermedad terminal con la que he aprendido a vivir con la certeza de que algún día moriré con ella, apunta. ´´La padezco desde muy niño. Nací en La Vega, donde también nació Juan Bosch y a través de mi padre comencé a desarrollar un apetito voraz por la lectura, hasta que me percaté de que no podía vivir sin los libros y tampoco sin escribir´´.

Pastor señala que siempre ha sido un escritor temerario, tanto en la poesía como en la narrativa, porque sus textos siguen patrones ´´de alto riesgo´´, de ruptura y escisión con ´´toda esa literatura ´light´ que tanto prolifera y que tantos lectores tiene´´. ´´Nunca he vivido de la literatura. No vivo de ella, sino que vivo para ella´´, asevera. ´´Este es un mundo generoso y siempre me las he arreglado para sobrevivir.

Respecto a Buffet para caníbales- reconocido como Libro de Cuentos del Año en Quisqueya- Pastor apunta que consta de relatos ´´cortos, pero muy densos´´, que no se leen rápido porque tienen un ritmo y una respiración interna ´´derrotante´´. Cada uno de ellos es muy visceral y, con frecuencia, muy sórdido´´, ilustra. ´´Desde luego que hay elementos referenciales con mi vida, cosas que no se pueden separar, desdoblamientos, en fin… todos tenemos decenas de seres dentro: un niño, una mujer, fantasmas. Hacer obra de esta manera es difícil, aciago y un riesgo dentro de eso otro peligro que es de por sí el ejercicio de escribir. ´´

Sin reservas, Pastor asegura que escribe ´´porque está inconforme con el mundo que lo rodea´´ y trata de usar su turno para sentirse Dios. ´´Juego a ser Dios a través de la creación literaria´´, acota. "Con la palabra tengo el poder de crear un mundo como creo que debe ser, aunque el proceso sea terrible… no es fácil ser Dios."

El Arte de Escribir
El escritor dominicano comenta que este libro de relatos incluye un cuento que lo puso al borde de la locura y que trata de una prostituta que delira en ruta hacia la muerte, arropada por reminiscencias. ´´Lo escribí muy deprimido y angustiado, de pie y con una urgencia inmensa´´´, señala. ´´Esta es una de las virtudes de la literatura: nos ayuda a mitigar dolores, a exorcizar fantasmas. Es una catarsis que sólo se asemeja a hacer el amó. Son instantes de libertad casi plena y esto es lo que me ha hecho condenarme a este oficio.

Cuando escribe, Pastor no piensa en ningún lector en particular, explica, aunque tiene la certeza de que ´´ningún acto del hombre es individual´´. ´´Si pensara en alguien en específico no podría cumplir con la sinceridad y la intención de permanencia que dan la posibilidad de aspirar al perfume de eternidad que debe tener toda obra´´, reflexiona.

Luego de muchos años de una lucha tenaz consigo mismo, Pastor asegura que ha logrado perdonarse y reconciliarse con ese otro ser que se mira todas las mañanas en el espejo. ´´Me pasé casi toda la vida recriminándome, juzgándome y autodestruyéndome´´, murmura. ´´Tuve la oportunidad de perdonarme y ahora lo que hago simplemente es ser muy exigente conmigo, específicamente en lo que se refiere a la literatura. Me siento agradecido de vivir y de cualquier gesto que se me da. Todo esto es parte de un proceso de limpieza espiritual en el que estoy permanentemente inmerso.´´

Como colofón, Pastor asegura que la felicidad no existe como usualmente la conciben las personas. ´´La felicidad es un instante, un suspiro´´ apostilla. ´´´Por lo demás, no le temo a nada material. Le temo a la mezquindad, a la deslealtad y a otros vicios del hombre. No le tengo miedo a nada más, ni siquiera a la muerte. Vivo cada día a la vez.´´

No hay comentarios:

Publicar un comentario